Uno puede pensar en el perdón como un regalo que les da a los demás, como un gesto que demuestra al mundo cuan generoso es. Al perdonar, uno se siente complacido consigo mismo, orgulloso porque está siendo virtuoso.
Pero el verdadero perdón no es para los demás. Uno perdona, ante todo, por y para sí. El perdón puede ayudar a resolver problemas, puede restablecer vínculos y hasta ayudar a que las personas se sientan mejor. Pero esos son beneficios colaterales. La ventaja principal es que, al perdonar, uno se libera del resentimiento y puede re-dirigir su energía emocional para hacer frente al problema operativo. Al perdonar-se, uno se libera de la vergüenza y puede dedicarse a corregir aquellas acciones que le generan culpa. El perdón es la forma en que uno abandona las ataduras con el pasado y proyecta sus sueños al futuro.
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